Marzo 30 de 1938
DISCURSO DE VICENTE LOMBARDO TOLEDANO EN LA FUNDACION DEL PARTIDO DE LA REVOLUCION MEXICANA.
Nace el nuevo Partido de la Revolución en circunstancias trascendentales para la vida futura de México, y en condiciones de importancia excepcional también para los destinos de todos los pueblos de la Tierra; pero este hecho no es casual ni fortuito; el nacimiento de un Partido que asocia en su seno a los más importantes sectores del pueblo de México es la consecuencia natural, la consecuencia histórica del proceso mismo de la Revolución Mexicana, y del proceso también de la. Revolución Social que no termina.
No sería necesario, ante una asamblea integrada por los más altos representantes del pueblo de México recordar ahora las diversas etapas de la evolución histórica de nuestro país, ni siquiera tampoco los principales períodos de la etapa revolucionaria; menos aún, quizás, las características del régimen capitalista, las crisis provocadas por las contradicciones inherentes al propio régimen burgués, para concluir afirmando que tanto el hecho de nacer ahora en nuestro país un Partido auténtico de la Revolución, como los acontecimientos que estamos presenciando en otras partes del Planeta, son este resultado natural del proceso histórico y de la lucha de clases. Pero sí es indispensable que analicemos la situación de hoy mismo, tanto en México como fuera de nuestras fronteras, para valorizar no sólo la importancia que va a tener a partir de mañana el nuevo Instituto Político de la Revolución sino sobre todo, para que nosotros digamos qué queremos que sea este nuevo Partido Político en México, qué esperamos de él, tanto en el orden interno como en el orden de las relaciones internacionales.
La Revolución Mexicana tiene, a nuestro juicio, dos aspectos principales, aspectos que corresponden de una manera natural a la estructura de un país semifeudal y semicolonial como México: en primer término, la Revolución es una lucha del pueblo para liquidar los aspectos del feudalismo, y en segundo lugar, la Revolución es un movimiento también del pueblo, particularmente del proletariado por conquistar la autonomía económica de México, peleando contra las fuerzas imperialistas del exterior.
DOS SIGNOS, DOS ASPECTOS
Estos dos signos, estos dos aspectos: el de la lucha nacionalista contra el enemigo interior, y el de la lucha nacionalista contra los enemigos de afuera, son el perfil más recio, la fisonomía más definida de la Revolución Mexicana en los tiempos que corren. Y por lo que toca a los acontecimientos de afuera, la pelea se caracteriza entre todos los sectores de los pueblos que viven aún bajo el régimen de la democracia burguesa, contra la asociación internacional de los partidos políticos fascistas creados por la gran burguesía de todos los países.
El régimen burgués, que llegó al poder político gracias a una serie de medidas particularmente de orden jurídico, que consagraron la libertad individual en todos los órdenes de la existencia, y las libertades de los pueblos entre sí mismos para hacer posible el desarrollo ininterrumpido de la clase poseedora de los instrumentos de la producción económica, no pensaba que al ascender ellos mismos en la historia, habrían de crear la fuerza que debe liquidarlos andando el tiempo. El proletariado, hijo natural del portentoso progreso de la técnica y de la fuerza política de la burguesía, ha planteado a la Humanidad entera la liquidación del régimen burgués, y de los grandes consorcios, los capitanes de la industria y de las finanzas, los detentadores y privilegiados poseedores del trabajo colectivo han considerado que la libertad que gracias a ellos existe, la libertad que hizo posible su propio triunfo, es ya un grave inconveniente, porque independientemente de sus aspectos negativos, por 10 menos significa una garantía para el creciente desarrollo del proletariado que llegará al Poder, y por este motivo se revuelven en contra de la propia base jurídica, y política, y moral que hicieron posible, e instauran en donde han podido hacerlo una tiranía al servicio de la propia clase privilegiada, que no sólo tiene esta característica, sino que en empuje combativo acaba con los aspectos más válidos de la cultura y de civilización.
EL PUEBLO CONTRA LA REACCION
Por este motivo la lucha en los actuales momentos se caracteriza en casi todos los pueblos del mundo por ser una lucha entre los Partidos del pueblo, entre los sectores del pueblo que quieren seguir conservando las libertades tradicionales para llegar a cumplir su destino histórico final en contra del fascismo internacional y en contra de la reacción interior en las fronteras de cada Patria.
Y en México, independientemente de esta lucha histórica en contra de la reacción interior, en contra del latifundismo, en contra de las formas primitivas y coloniales de la producción, en contra del imperialismo, el fascismo internacional, se asocia, porque el avance constante de la Revolución hace imposible la instauración de una tiranía de tipo fascista en nuestro país.
Más aún: México, que desde 1910 se colocó a la cabeza de las naciones latinoamericanas, y que sacudió a todas ellas de un modo profundo aun cuando en ciertos momentos en el último cuarto de siglo, debido principalmente a la prevaricación de los caudillos de la Revolución y de sus jefes perdió ese sitio de honor, ha recobrado en los últimos años no sólo el puesto viejo de orgullo y de satisfacción legítima, sino que en los actuales instantes ya no es sólo un abanderado de las naciones latinoamericanas que pelea por todas ellas, sino que inclusive, por la primera vez en nuestra Historia, el pueblo débil económicamente juzgado, el pueblo atrasado desde el punto de vista técnico, ocupa en estos momentos la vanguardia de todos los pueblos libres de la Tierra. (Aplausos).
CARDENAS EN EL PODER
Desde que llegó el General Cárdenas a la Presidencia de la República, la Revolución Mexicana dio grandes pasos y conquistó situaciones definitivas, no sólo para las clases productoras sino para todo el pueblo; ya que no es la pelea por conquistar el derecho político, ya no es sólo la lucha por aumentar los salarios de los campesinos y de los obreros; ya no es sólo la lucha por renovar aquel viejo ejército porfirista que no estaba identificado con el pueblo, hasta haber levantado el ejército de hoy que es timbre de orgullo para la Revolución y para la Nación Mexicana. (Aplausos).
Ya no es sólo esto; la Revolución entra en una fase de incalculable trascendencia; la Revolución considera que es menester entregar la tierra a los campesinos, pero no sólo para aumentar su miserable jornal de parias, no para que sigan siendo parias de las haciendas; la Revolución hoy piensa que es menester entregar la tierra a los campesinos para que sola la clase campesina de México produzca para todo el pueblo de México. (Aplausos).
El ejido es la base da las instituciones revolucionarias de nuestro país; ha alcanzado una trascendencia y una significación que no tuvo al principio; ahora son todos los trabajadores del campo los que deben hacer que fructifique con su esfuerzo, no para bastarse a sí mismos, sino para bastar al país. Y sobre la base de la producción agrícola en manos de los campesinos se tendrá que levantar necesaria y fatalmente una nueva economía revolucionaria, una nueva economía nacional.
Se ha pensado también en que no basta que los servicios públicos, que las fuentes en general de producción sirvan a los intereses de sus propietarios o poseedores; ya inclusive los viejos Partidos extinguidos de la post guerra que de hecho sostuvieron una plataforma radical, como el Partido Social-Demócrata de Alemania, afirmaban sin embargo, la propiedad obligada: nosotros hemos dicho en México que la propiedad es un servicio social, no un privilegio del individuo, y la Revolución al estimar, al aplicar este principio, quiere que los poseedores de las; fuentes de la economía del país, cumplan con su deber de individuos que tienen la obligación de satisfacer las necesidades del pueblo mexicano, y si no lo hacen así, entonces el Gobierno Revolucionario tiene que hacer que se cumplan las leyes, que se respeten nuestras Instituciones, y ha puesto en manos de los trabajadores los servicios públicos, para que los trabajadores organizados sí hagan de las fuentes de producción un verdadero servicio para todo el pueblo de México. (Aplausos)
SENTIDO DE LA REVOLUCION
Además, la Revolución adquiere en estos momentos, por la primera vez en la Historia, un sentido profundamente nacionalista, no un sentido nacionalista chauvinista, patriotero, sino un sentido nacionalista en el más alto sentido del término: lucha por la emancipación real de nuestro país, lucha por el respeto a nuestras instituciones, particularmente por el respeto a ellas de parte de las fuerzas del exterior. El conflicto petrolero, que entra en esta hora en una nueva fase, nos está indicando ya la incalculable trascendencia de este aspecto de la Revolución Mexicana; no se trata de expropiar el petróleo por expropiarlo, no se trata de un gesto aislado ni de una actitud demagógica; se trata de una actitud serena, ecuánime, justa, estrictamente legal, pero amparado en la tradición revolucionaria del país y en las necesidades ingentes del pueblo mexicano. (Aplausos).
Cuando las empresas tuvieron la posibilidad de cumplir con las leyes de nuestro país, no quisieron hacerlo; cuando el señor Presidente de la República recibió a los Gerentes de las Compañías petroleras para escuchar sus puntos de vista, y éstos le declararon que no estarían en posibilidad de pagar los veintiséis millones de pesos, el señor Presidente les afirmó que no deberían pagar más de esa suma de dinero a la cual les condenaba el laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje; sin embargo, los representantes de las empresas extranjeras no aceptaron cumplir con nuestras leyes, ni con la sentencia de nuestros tribunales establecidos, porque el problema en el fondo no era un problema económico, como posteriormente las propias empresas se encargaron de probarlo. La víspera misma, el día anterior todavía, cuando se les preguntó si estaban dispuestas a cumplir con la sentencia, afirmaron que no estaban en condiciones económicas de hacerla, pero en cambio una hora antes, cuando ya el señor Presidente había tomado todas sus determinaciones, una hora antes de que fuera conocido por el país su enorme manifiesto anunciando la expropiación petrolera, las empresas declararon que estaban en condiciones de pagar los veintiséis millones de pesos. Esto quiere decir que la actitud de las empresas fue una actitud política premeditada en contra del Gobierno constitucional de México, y en contra de los intereses de nuestro Poder Público; no fue una actitud de carácter económico, sino una actitud típicamente imperialista. El Gobierno Nacional no tenía, pues, otro camino que seguir que el camino de defender e! decoro de la Patria y el valor legítimo e intocable de las instituciones de México, y por eso expropió la industria de! petróleo. (Aplausos).
Esto significa que la Revolución es ya el alma de la Patria Mexicana, que ha alcanzado a saturar de convicción todos los sectores de nuestro país, y que independientemente de la lucha de clases que no es un hecho creado por voluntad de nadie, sino por el propio proceso de la historia, hay acontecimientos que asocian a los mexicanos para defender el futuro de nuestro país, sin distinción de ideas políticas o religiosas.
REVISION DE LAS INSTITUCIONES
La Revolución Mexicana, pues, ha llegado a una etapa en que era indispensable, en que era necesario la revisión de muchas de sus instituciones seculares, y de los modos de vivir, colectivo o de grupo de nuestro país. La Revolución Mexicana se encuentra ahora en Una situación parecida a la en que se encontraba antes de la expedición de la Constitución de 1917; ya el pueblo mismo había creado instituciones más avanzadas que la Constitución de 57; desde que Emiliano Zapata se levantó en armas, desde que se suscribió e! Plan de Ayala, de hecho había nacido e! artículo 27 de la Constitución; desde las huelgas de Can anea y de Río Blanco, y otros acontecimientos análogos ya había nacido el artículo 123 que después el Congreso de Querétaro habría de suscribir. (Aplausos) Y es que la vida crea siempre y resuelve los problemas que más desconciertan a las inteligencias puras, según la vieja y conocida afirmación; es que una vez que se crea una forma de producción económica las superestructuras sociales, particularmente las normas jurídicas que esa nueva situación material ha conquistado, tienen que ponerse a tono con la base misma de la sociedad, si es que las normas jurídicas quieren servir al desarrollo de los pueblos, y por este motivo, después de 17, todo lo que se ha realizado en nuestro país, urgía una revisión de los principales instituciones de la vida cívica.
DEMOCRACIA DE LOS TRABAJADORES
El Partido de la Revolución Mexicana que hoy nace, tiene, pues, una incalculable trascendencia histórica, y esa explicación también de carácter científico, no nace al azar, es ésta consecuencia lógica. Nuestra Constitución sigue siendo una Constitución individualista, y las prácticas políticas de nuestro país, que no podían recoger la opinión aislada de las personas, por muchos motivos, en lugar de haber hecho realidad viva la democracia a base de los sufragios universales e individuales, tuvo que atropellar estos postulados porque eran impracticables, y por esa causa se ha llegado a veces a los excesos, a las farsas de carácter político electoral que todos hemos presenciado y condenado.
¿Cuál es el pueblo de México al que debe consultarse su opinión para que elija los mandatarios del propio pueblo? Existe por acaso un pueblo en abstracto? ¡No existe! ¿Existe la sociedad también en abstracto? ¡No existe tampoco! Esta fue una creencia científica de los pensadores que opinaron hacia la mitad del siglo XIX; la sociedad no es un conjunto homogéneo, es un conjunto heterogéneo integrado por clases sociales antagónicas y por sectores que tienen intereses opuestos a veces. ¿Cuál es el pueblo al que hay que consultar su opinión para que designe a sus representantes? A los que hacen posible la vida, y después a los productores manuales e intelectuales, a los miembros del Ejército que hacen posible la existencia de las Instituciones Revolucionarias, y a todos los que en alguna forma cooperan al desarrollo revolucionario del país. ¡Ese es el pueblo, e! único pueblo que en México existe y que debe ser consultado para elegir a los representantes del propio pueblo en el Gobierno, no otro, no existe otro! (Aplausos ).
Por eso el general Cárdenas hablaba en Yucatán, en su última visita al Sureste, de la democracia; pero no de la democracia en abstracto, sino de la democracia de los trabajadores, de la democracia de los que trabajan prestando su esfuerzo ya a la producción material, ya al mantenimiento de las Instituciones, ya al desarrollo de ese pueblo en actividades de carácter cultural o productivo. Ese es el pueblo de México, esa es la democracia que nuestro país quiere, esa es la democracia a que aspira el proletariado de México.
Por eso nosotros decimos que en esta ocasión, en que la Revolución produce un genuino Partido del Pueblo, no un Partido que se crea burocráticamente desde arriba para servirle a un caudillo ocasional, sino un Partido que nace de la tierra, desde abajo para servirle al pueblo, (Aplausos), que este Partido haga honor a lo que el país quiere que el Partido sea.
IDEAS FUNDAMENTALES DE LA CLASE PROLETARIA
Dos son las ideas fundamentales que la clase trabajadora desea ver presidiendo el estatuto del nuevo Partido de la Revolución: primero la alianza de los sectores revolucionarios de México de una manera permanente, alta y digna, primer postulado. No quiere el proletariado que el nuevo Partido de la Revolución sea un Partido sectario, un Partido exclusivamente para beneficio de los obreros. Quiere el proletariado que el nuevo Partido sea un Partido para todo el pueblo de nuestro país, para los obreros, para los campesinos, para los trabajadores manuales, para los trabajadores intelectuales, para los miembros del Ejército, para las mujeres, para los jóvenes, para todo el pueblo de México. (Aplausos).
Y por esta causa es menester que el Estatuto del nuevo Partido consagre y garantice este principio fundamental; la alianza de los principales sectores del pueblo mexicano. Y otro principio más: el respeto verdadero al sufragio de los sectores organizados. (Aplausos), el respeto real al voto del pueblo mexicano. ¡Ya estamos hartos de mugre, de cieno y de farsas político-electorales! (Aplausos).
¡Ya no queremos representantes teóricos del pueblo, que nunca están en contacto con el pueblo sino cuando van a pedirle su voto! (Aplausos). Queremos representantes que vivan realmente la vida de cada sector, y que desde los ayuntamientos del país, hasta el Jefe del Poder Ejecutivo sean realmente mandatarios de la clase trabajadora y de todos los sectores del pueblo organizados en un anhelo común: el de salvar la Revolución Mexicana! (Aplausos). Y este anhelo se conquista estableciendo en el Estatuto el principio de la democracia funcional permanente, garantía del voto del pueblo. (Aplausos).
Si en un Ayuntamiento no hay representantes de los sectores organizados del Municipio, ese ayuntamiento es una ofensa al pueblo de la comarca. Queremos que permanentemente, de acuerdo con su representación funcional, con su valor cívico, haya siempre en todas partes del país campesinos obreros, mujeres, jóvenes, todos los que trabajan en alguna actividad (Aplausos): queremos que en las Legislaturas de los Estados también haya representantes reales de los sectores organizados del pueblo; que en el Congreso de la Unión, lo mismo; que al frente de los Gobiernos locales también acontezca igual, y que el jefe del país, del Gobierno, sea realmente, no un caudillo ocasional o discutible, sino un mandatario del pueblo y, además, un abanderado de la Revolución, como por fortuna hoy comienza con Cárdenas a sentarse el ejemplo para los futuros gobernantes de México (Aplausos).
APOYO A LA MUJER
Eso quiere el sector proletario en esta asamblea que sea el Partido de la Revolución.
Y ahora, en cuanto a su programa inmediato, en cuanto a las principales reivindicaciones que queremos proponer, debemos preocupamos no sólo por lo que ya es instituto jurídico de la Revolución, sino por lo que debe ser también mañana norma de de derecho público. En primer término la defensa verdadera, no demagógica, el apoyo real a la mujer mexicana. (Aplausos). (Vivas al C. Lombardo Toledano). El sector proletario no viene a halagar a las mujeres de nuestro país, sino a defender sus derechos. No vamos a hacer propaganda como en los antiguos tiempos y por fortuna desaparecidos, de la lucha por el voto femenino a secas; vamos a proponer un plan completo de reivindicaciones. La mujer no tiene derecho al trabajo en nuestro país, y eso es la base de su emancipación completa; la libertad económica, el derecho a vivir como el hombre (aplausos). Sólo medio millón de mujeres de nuestro país trabajan fuera de su hogar; cinco millones de mujeres trabajan en las llamadas "labores domésticas". Y, ¿cuál es la vida de la mujer en las labores domésticas? La vida de vejámenes constantes, la vida de humildades o de miserias que no les permite siquiera levantar con orgullo la frente de madres porque las echan. Esa es la situación de humillación en que viven cinco millones de mujeres en nuestro país. Del medio millón que trabaja fuera del hogar, la mayor parte de ellas son sirvientes que están en condiciones casi de esclavas de las amas de casa. Y luego en la industria, ya sabemos cuál es la situación de ellas. ¿Cuántas ramas de la industria están abiertas para las mujeres? Muy pocas, contadas son. Y cuando se prefiere a la mujer es porque su esfuerzo es barato, es porque el hombre no acepta un salario tan bajo. Y en cuanto a la mujer que vive en el campo, ¿cuál es su situación? El Código agrario mismo habla de jefes varones; no habla de mujeres sino cuando son viudas; es preciso dar a las mujeres que no se han casado, a las célibes, también derechos como a los hombres, para una parcela. (Aplausos).
Después de conquistar el derecho al trabajo, hay que darles a las mujeres sus derechos cívicos; en primer lugar, el derecho al voto sin limitación (aplausos), y luego la igualdad jurídica con el hombre. Todavía hay supervivencias de la época casi prehistórica, apenas desaparecido el matriarcado, en que el padre de familia es el propietario, el que hereda a sus hijos varones, sin que la mujer comparta el derecho de manejar el hogar. i Cuántos Códigos Civiles de los Estados no han sido reformados hace casi medio siglo! No hay todavía igualdad civil entre mujer y hombre, y hay que elevadas entonces en todos los órdenes, y sólo así podremos pensar en una nueva generación de raza limpia y sana. ¡Miles y miles de prostitutas pueblan las ciudades y los pequeños villorrios de México! Mujeres lanzadas por el régimen en que vivimos y por su situaci6n de inferioridad económica y legal a la prostitución, y nada importante se ha hecho en favor de ellas. Y el derecho a la cultura también es todavía un derecho que plantea desigualdad entre los sexos. Todos los aspectos, pues, de defensa de los intereses de la mujer quiere el proletariado que se establezcan como reivindicaciones en el nuevo Partido de la Revolución. (Aplausos).
MANTENIMIENTO DE LAS INSTITUCIONES
Y después, otro aspecto de igual significación: el mantenimiento de las instituciones revolucionarias, el mantenimiento de los aspectos colectivos de la democracia. Depurado el sistema electoral, garantizando realmente el voto del pueblo organizado, la defensa de la integridad nacional es fácil. Vivimos expuestos, en peligro serio; vivimos un instante de crisis profunda. Yo siempre he sido optimista porque no hago más que reflejar la juventud perpetua del proletariado de mi país, y por eso creo que nuestro México va a vencer todos los obstáculos y a triunfar de todos sus enemigos; pero es menester trabajar seriamente, con ahínco, con entusiasmo patriótico en el más amplio sentido del término.
Las gentes enemigas de la Revolución, sobre todo en esta ciudad de México, en donde se incuban todas las calumnias, todos los chismes, todas las ideas maltrechas, ahijadas para causar daño y zozobra, están produciendo en nuestro país una actitud de expectación, y en algunos sectores, en individuos pusilánimes, de miedo y de cobardía frente al futuro. Se cree por muchos todavía, dada nuestra situación tradicional de país semi-colonial que lo que los Estados Unidos quieren, eso es lo que a la postre se realiza en nuestro territorio, y tiemblan ante la labor antipatriótica de ciertos órganos de publicidad que parecen respaldar al Gobierno de Cárdenas, pero que en realidad siguen sirviendo a los enemigos de la Revolución, y dicen que es preciso que el país no se hunda y que el Gobierno ceda, y que el proletariado se calle para siempre y que todo el mundo se conmueva ante el peligro de perder nuestra independencia, con el objeto de que podamos hacer concesiones al extranjero y seguir adelante, en una forma más o menos digna, decorosa. Pero esas calumnias, esas ideas pérfidas, no tienen eco por fortuna en este año de la Revolución. Ya el proletariado tiene conciencia clara de su clase y de su destino; el campesino también, ya unificado, tiene conciencia clara de su postura y de sus derechos en el futuro; el Ejército Nacional es una honra para la Revolución Mexicana (aplausos), y los demás sectores saben también que en este momento se está cuajando realmente la base del nuevo edificio de la patria, y que por esa causa no podremos ser derrotados por nada ni por nadie.
Estimando, sin embargo, en que nuestro trabajo debe ser serio, yo quiero traer esta nota de optimismo sincero y auténtico a la Asamblea del Congreso Constituyente del nuevo Partido de la Revolución, pero es menester que no dejemos la carga al Gobierno; es menester que este Partido que hoy nace, que no es un apéndice del Gobierno, que no es un órgano burocrático del Estado, que es el genuino representativo de todos los sectores del pueblo, convenza a sus socios, a todos los trabajadores de México, a todos los miembros del Ejército, a todos los individuos que forman los ,sectores populares de otro carácter, de que llegó la hora de hacer aportaciones verdaderas para salvar al país. En primer término la convicción profunda en nuestra permanente victoria; en segundo lugar la certeza absoluta de que la Revolución es única e indestructible, y de que no podía detenerse; en tercer lugar, la convicción de que es menester aportar parte del patrimonio personal para salvar a la Patria. En muchas cosas puede estarse educando a las masas. ¿Cuánto se despilfarra en cosas fútiles o perjudiciales? Vino, diversiones funestas, entretenimientos nocivos, desahogos contrarios al espíritu y a la carne, ¿no pueden ser suprimidos? No podemos vivir un instante de austeridad no hipócrita ni fingida, sino de cooperación real para la Patria.
Tengo la convicción de que todos los mexicanos han de vivir austeramente, como compete al decoro nacional, para cumplir nuestros compromisos y salvarnos de nuestros enemigos.
Si el Partido de la Revolución Mexicana nace, pues, bajo estos auspicios, con estas perspectivas, de limpiarnos de los vicios del pasado, de respetar el voto del pueblo, de asociar a todos los sectores de la Nación Mexicana, de proclamar la continuación de la Revolución y de fortalecer al Gobierno de Lázaro Cárdenas, el primer gobernante limpio y revolucionario de nuestra historia, reciente (aplausos), tengo la convicción de que este acto, como lo hemos anticipado, como lo hemos proclamado y lo seguimos diciendo, será el acto político más importante de la historia moderna de nuestro país. (Aplausos).
Camaradas representantes del Ejército Nacional: El proletariado de México los saluda y los aplaude. (Aplausos). Camaradas representantes de los campesinos de México: el proletariado los saluda y los aplaude. (Aplausos). Mujeres y jóvenes de mi país: el proletariado los aplaude y los felicita. (Aplausos). ¡Viva Lázaro Cárdenas! (Aplausos). ¡Viva la Revolución Mexicana! (Aplausos). ¡Viva la Independencia de México! (Aplausos).
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